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El jamón ibérico es considerado un lujo gastronómico y una de las señas de identidad más reconocidas de España. No todos los jamones lo son, para ello tienen que proceder de cerdos de raza ibérica con al menos un 50% de pureza, haberse criado en un régimen extensivo de libertad y tener un período de curación de entre 24 y 48 meses. Todo esto lo convierte en un producto irresistible y alabado. mundialmente.
Por su parte, el jamón ibérico de bellota es un tipo de jamón que proviene de cerdos de raza ibérica y es alimentado de bellotas en su época de engorde. Este es el jamón más cotizado y de mayor calidad.
Con un 10 por ciento de la alimentación a base de castaña se consigue dar un sabor único a los jamones.
El origen del término jamón de castaña en Málaga es relativamente reciente. Comenzó a usarse en concepto a principios de esta década para llamar la atención sobre la alimentación complementaria con castañas del Genal que se daba a los cerdos ibéricos de esta zona. Concretamente, este aporte con este fruto seco tan propio de la Serranía de Ronda se hace a principios del otoño. La cantidad de castañas que pueden comer estos animales es de un 10 por ciento del total de su ingesta, pero es suficiente para darle esos matices finales al jamón.
El denominado jamón de castaña tiene menos grasas totales que el jamón de bellota, mientras que la cantidad de proteínas es mayor. En lo que se refiere a los ácidos grasos saturados y de Omega 6, la cantidad total en ambos casos es la misma. Eso sí, donde destaca muy especialmente el de castaña es en el ácido oleico, ya que tiene una cantidad tan importante que representa el principal componente de su grasa. Por tanto, se trata de un producto más saludable que el jamón de bellota.