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Obrador Rosario Ginés, dulces artesanos tradicionales con el “auténtico sabor de antaño”

Obrador Rosario Ginés, dulces artesanos tradicionales con el “auténtico sabor de antaño”

 

El Obrador artesano Rosario Ginés, es un pequeño negocio familiar situado en Cuevas de San Marcos, en la comarca de Antequera. Dedicado a la elaboración de dulces y repostería casera, sin conservantes ni colorantes. Todos sus productos se realizan artesanalmente, con materia prima de la zona, entre los que destacan ingredientes como la almendra, azúcar, huevos, aceite de oliva y canela, conservando “el sabor auténtico de antaño”. 

Entre su gran variedad de dulces destacan las tortas de aceite, galletas, bizcochos, magdalenas, roscos de vino, de anís y de huevo, mantecados, polvorones, turrones, piñonate, carne de membrillo y milhojas, siendo este último uno de sus productos estrella. Pero el obrador de Rosario Ginés recupera también muchas otras recetas tradicionales como las flores de leche o el pan de cortijo, un dulce apto para celíacos, de origen árabe, elaborado a base de almendra y que fue, esencialmente, un alimento de la gente del campo.

De puerta en puerta

Los comienzos de Rosario Ginés fueron muy duros y derivados de la necesidad. “En los años 80 vino una crisis muy fuerte, sería aproximadamente el año 1987 cuando mi marido, que era transportista, se quedó sin trabajo. El camión estaba todos los días parado y yo tenía cinco hijos que alimentar, así que hice unas tortas de aceite y salí a la calle a venderlas, llamando de puerta en puerta de todas las vecinas del pueblo, y las vendí todas. Eso me animó a continuar. Cada noche me quedaba haciendo las tortas y luego por la mañana salía a vender nuevamente. Poco a poco me fueron pidiendo otras cosillas, magdalenas, roscos, y aunque yo no los había hecho nunca, iba preguntando las recetas y aprendí. Al principio llevaba la masa a cocer a la panadería del pueblo y eran tantas las horas que pasaba allí que al final, ya en 2008 decidí abrir mi propio obrador. Este obrador tenía también una pequeña zona de cafetería y ahí fue cuando ya realizaba más cosas de repostería y tartas de todo tipo: de yema, chocolate, de nata y de pionono”, nos revela Rosario.

“Me encanta mi trabajo y siempre me gustó”

Rosario Ginés está a punto de jubilarse y cuando le preguntamos por sus objetivos a corto y medio plazo, nos dice que le gustaría tener 20 años menos para continuar con esta profesión. “Me encanta mi trabajo y siempre me gustó”. Empezó sin saber nada, porque su madre no pudo enseñarle mucho cuando era pequeña, ya que en aquellos tiempos los recursos y alimentos eran muy escasos. Rosario defiende la tradición y lucha “por encima de todo” por la calidad, por conservar las recetas heredadas, los sabores, los olores “y nuestra cultura, porque si perdemos nuestra cultura perdemos nuestra identidad”, apunta con rotundidad.

Obtuvo el distintivo de Sabor a Málaga en mayo 2016 y afirma llevar con orgullo la marca a donde quiera que va. Rosario Ginés Cañizares, mujer sencilla, trabajadora y luchadora, disfruta de la cocina tradicional andaluza, guisos y legumbres cocidas a fuego lento, platos llenos de sabor e ingredientes que nos hagan recordar nuestras raíces. Y de postre “qué te puedo decir, a mí me encanta un buen bizcocho, un trocito de tarde de nata o una empanadilla casera, de las que yo hago, rellena con cabello de ángel o batata. Sólo te digo que tienes que probarlas”.

Ferias gastronómicas y fiestas patronales

Actualmente, Rosario Ginés vende sus productos en más de 40 ferias locales y comarcales de la provincia. Las ferias gastronómicas y fiestas patronales, que proliferan entre los meses de abril y mayo, se convierten en la temporada alta de esta mujer emprendedora. Ultima todos los preparativos la noche anterior, para llegar al puesto con sus pasteles recién hechos a la mañana siguiente. “También hay unos buenos meses desde septiembre a diciembre -nos comenta Rosario- y luego ya durante el resto del año vamos resistiendo”. Aunque normalmente lleva el trabajo ella sola, “como todos nuestros productos se realizan a mano, cuando hay que preparar una feria son días muy ajetreados, entonces cuento con la ayuda de una muchacha”, añade.

Empezó a hacer ferias porque el Ayuntamiento del pueblo, que hacía muchas actividades, le animó a participar en ellas. “Luego también estuve en una feria de mujeres empresarias y poco a poco me di cuenta de que me sentía a gusto. Encontré mi lugar”. Cuando está en las ferias de los pueblos, a las que asisten muchos turistas, afirma que el idioma no es un impedimento para ella. “Me comunico con los extranjeros con gestos, un lenguaje universal, y si veo que mis explicaciones no resuelven sus dudas, les doy a probar. Eso les termina de convencer”, sonríe.

Las flores de leche

Reconoce que desde que empezó a dedicarse en exclusiva a las ferias, se ha hecho bastante conocida. “Nos buscan principalmente por las milhojas, que preparamos de muchos sabores, de nata, de merengue, de dulce de leche, de crema pastelera o de membrillo, y hemos llegado a tener tantas colas que he tenido que poner un dispensador de números para atender”. Asegura que las ferias le dan la vida, “hay dos cosas que me apasionan, mi trabajo, haciendo los dulces, y el trato con las personas, esas personas que te miran a los ojos, que te trasmiten”. Recuerda con ternura el día que, vendiendo en un puesto, en la Plaza de la Marina, “llegó un señor de unos 80 años, que acaba de desembarcar de un crucero. Miraba y miraba las flores de leche, pero no decía nada, así que se las ofrecí para que las degustara. Al probarlas, se le resbalaron las lágrimas por las mejillas y me dijo: -usted y estas flores me han devuelto a mi niñez, porque saben exactamente igual a las que me hacía mi abuela-. Me contó que hacía muchos años tuvo que emigrar a Alemania en busca de trabajo y aunque había vuelto a Málaga, en varias ocasiones, nunca, hasta ese momento, había encontrado un sabor tan auténtico. Este es uno de esos momentos que se te clavan en el alma”, nos cuenta Rosario.

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