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El Tío de las Papas, sus sabrosas y naturales patatas fritas y aperitivos, una típica tapa malagueña muy peculiar - Sabor a Málaga

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El Tío de las Papas, sus sabrosas y naturales patatas fritas y aperitivos, una típica tapa malagueña muy peculiar

El Tío de las Papas, sus sabrosas y naturales patatas fritas y aperitivos, una típica tapa malagueña muy peculiar

 

El Tío de las Papas es una empresa familiar situada en el municipio de Sierra de Yeguas, en la comarca de Antequera. Desde hace más de veinte años está dedicada a la elaboración, envasado y distribución de patatas fritas y otro tipo de aperitivos, entre los que destacan las cortezas, ruedas, patatas light, cocktail y palomitas. Su producto estrella, las patatas fritas chips, 100% naturales y sin ningún tipo de aditivo ni colorante, están elaboradas de forma tradicional y únicamente aderezadas con un poquito de sal. Unas auténticas, sabrosas y crujientes patatas que, como recoge su lema y nos describe más adelante su fundador “son “simplemente papas fritas”.

Ese característico crujir de una excelente patata bien frita y el poder disfrutar de un delicioso y natural bocado, son las máximas que han acompañado el modo de trabajar y pensar de El Tío de las Papas, cuyo impulsor, Manuel Conde Caro, concluyó, un buen día, que tener voluntad de superación y espíritu de sacrificio, son los ingredientes indispensables para brindar a sus clientes un producto fresco, de calidad y hecho a conciencia.

Un decisivo y enérgico impulso

Manolo, como nos permite llamarlo, es un hombre emprendedor y autoexigente, natural de Sierra de Yeguas y criado en una modesta familia junto a otros siete hermanos. Desde muy joven se empleó en una ganadería de cerdos implantada en la zona, pero pronto descubrió que necesitaba ir más allá. “Tenía mucha capacidad de trabajo y decenas de ideas -nos relata. Había observado que en el pueblo de al lado, Campillos, había algunas personas que se dedicaban a freír patatas y pensé que aquel oficio podría ser una buena alternativa de negocio para poner en marcha en el mío”. Fue el impulso de su decidida y enérgica suegra Antonia, quien le anima a llevar a cabo su proyecto.

La plaza de abastos

Era el año 1993, y comenzó a gestionar cómo y dónde podría hacerlo. Pero fue en 1995, gracias a la entrada de un nuevo equipo de gobierno en el pueblo, cuando Manolo, junto a su cuñado y actual socio, Juan Pozo, consiguen que les cedan un puesto fijo en la plaza de abastos de su localidad; con un perol bajo el brazo y portando unos tímidos 20 kilos de patatas, Manolo monta su primer puesto en el mercado de abastos.

Una inversión de 15.000 pesetas para comprar un bidón, un perol, un paellero con una bombona de gas, “y una tablilla para cortar las patatas, hecha por mi cuñado”, fueron los componentes de aquel crucial arranque, donde comenzó ofreciendo a sus vecinos un apetitoso y divertido tentempié durante los fines de semana de verano. En tan solo dos semanas “el negocio creció tantísimo que se empezaron a formar unas colas que creíamos que no seríamos capaces de atender, porque estaba claro que los recursos eran limitados, así que, con la ayuda de la familia, hicimos frente como pudimos”, nos cuenta emocionado Manolo.

En tan solo 25 días, cambió de freidora, acondicionó la chimenea, compró dos bombonas de gas y empezaron a buscar más proveedores de aceite y patatas, porque “la calidad y la variedad tanto de la patata como del aceite son esenciales para que las patatas fritas salgan en su punto”, matiza Manolo. Los veranos se convirtieron en intensas, pero ilusionantes jornadas de trabajo, ahorrando cada peseta para invertirla en el negocio. Cuando terminó su segundo verano, el puesto fue reformado con una freidora industrial alimentada por gasoil, y aunque las colas continuaron, esta mejora les permitió aumentar la producción de sus sabrosas patatas, lo que los llevó a iniciar el reparto por las tiendas y pueblos cercanos, vendiendo sus patatas a los lugareños, quienes cuando los veían llegar con su moto o el coche anunciaban con júbilo su llegada: “ahí viene el tío de las papas”. Manolo recuerda con una mezcla de nostalgia y agotamiento aquellos interminables y laboriosos días. “Yo aún trabajaba en la ganadería y los jueves hacíamos el reparto por los pueblos cercanos. En muchas ocasiones terminábamos de trabajar a las seis de la mañana, me echaba a la boca un caramelo de café y me incorporaba a mi puesto de trabajo en la ganadería de cerdos a las siete en punto. Los viernes llegaba a mi casa sobre las cuatro de la tarde, comía y me cambiaba corriendo para llegar lo antes posible a la plaza de abastos e ir preparando el aceite y las patatas. Unos comienzos duros y fatigosos, pero pienso que como todo el que tiene ilusión y desea prosperar”, añade.

Una nueva ampliación

Manolo afirma que es autodidacta, que ha dado muchos tropiezos hasta llegar donde está, avanzando poco a poco para que las cosas se hicieran bien y ampliando el negocio con mucho sacrificio. Sobre 1997, alquilan una pequeña nave en la zona y empiezan a introducir nueva maquinaria para hacer frente a una demanda cada vez mayor. Era el momento de consolidarse. En 1999, Manolo deja definitivamente su trabajo en la ganadería para centrarse en el negocio familiar, constituyendo una sociedad con su cuñado Juan, y en diciembre de 2001, registran su marca con el nombre que pareció ser el adecuado desde el principio: El Tío de las Papas. “Fue mi cuñado quien siempre insistió en que ese era el nombre que nos identificaba y mi esposa, Isabel María, quien diseñó el logo e incorporó el lema. Fue algo sencillo y cercano”, nos explica con una amplia sonrisa. 

Instalaciones eficientes y respeto al medio ambiente

Ya en 2002, y con un polígono recién estrenado, El Tío de las Papas se asienta en una parcela de 1.100 m2, más amplia y con una modernización que derivó a la introducción de apetecibles aperitivos, como el cocktail, la corteza, la patata light y la rueda. También en la incorporación de nuevos productos para satisfacer a una moderna demanda, como fueron las patatas con ajo y perejil, patatas sin sal o las patatas sabor jamón, en la variedad de patatas, y en aperitivos, se amplía el catálogo con los cucuruchitos y pompitas. La novedad más reciente, que acaban de lanzar al mercado, son los palillos de patatas, una atractiva variedad de piscolabis adaptada a un mercado muy dinámico que valora tanto la tradición como las propuestas innovadoras, todas ellas al alcance de un simple click.

Tienen unas eficientes instalaciones con placas solares en su cubierta y convirtiéndose en pioneros de su sector en trabajar con quemadores de biomasa, evitando así la emisión de gases de CO2 a la atmósfera y aprovechando los recursos naturales de nuestra tierra. Una importante y decidida apuesta por el respeto al medio ambiente que la empresa desarrolla en otros ámbitos como el reciclaje, igualmente acogida al plan de Ecoembes. 

Excepcional equipo humano 

Actualmente, la fábrica de El Tío de las Papas cuenta con 15 empleados, “un comprometido y excepcional equipo humano -en palabras de Manolo- totalmente implicado por mantener la calidad y el servicio” aspectos que siempre han definido a este negocio. Destina el 92% de su actividad a la tradicional patata frita chip, produciendo más de 30.000 kilos de patatas fritas al mes para lo cual, y curiosamente, la variedad de patata agria, de piel fina y con un peculiar color amarillo y brillante, es la ideal para freír. Un óptimo y seleccionado aceite de girasol alto oleico, unido a un minucioso control de calidad, permiten ofrecer un producto con un sabor inimitable y con ese toque de crujiente que Manolo se empeña en cuidar a diario. “Yo soy el más exigente cliente, por ello voy seleccionando a lo largo del día distintas bolsas para ir probando la fritura que sale, y si hay algo erróneo en la receta original, no sale al mercado. Empezamos de nuevo hasta conseguir el sabor, la textura, el dorado y el crujiente que debe tener”, expone con rotundidad.

La diferencia

Este riguroso modo de actuar es el que Manolo lleva experimentando desde sus comienzos y lo que ha marcado la diferencia de El Tío de las Papas. Recientemente, ha incorporado un nuevo producto a su catálogo, los palillos de patatas o patatas paja, que ha ido superando “muchísimas” pruebas en un lento y cuidadoso proceso. “Cientos de horas de ilusión y decenas de kilos de patatas desperdiciadas para ajustar ese punto de crujiente y sal que satisfaga con creces al cliente”, nos comenta entusiasmado Manolo. “Desde siempre hemos buscado la satisfacción de nuestros clientes, elaborando productos seguros y de calidad, exponiendo de forma clara la información nutricional en los envases y utilizando una bolsa transparente para evidenciar su frescura”. 

Los productos elaborados por El Tío de las Papas se procesan bajo demanda, sin almacenar grandes cantidades y sirviendo el producto con un máximo de dos días desde su preparación, certificando su calidad y frescura. Sus patatas y aperitivos llegan a cerca de 600 pequeños comercios, supermercados, cadenas de alimentación, bares y restaurantes de toda la provincia de Málaga, gracias a una red comercial propia. Y, además, diferentes acuerdos con grandes empresas distribuidoras locales han permitido adentrarse en distintos puntos de Sevilla, Cádiz, Córdoba, Madrid y Barcelona. Manolo nos confirma que sus clientes valoran una buena relación calidad precio y, sobre todo, un servicio y atención muy personal y cercana.

Nueva generación

El relevo generacional parece estar asegurado en El Tío de las Papas. El hijo de Manolo, José Antonio, quien estudió Comercio y desempeña su función como director de ventas, está completamente integrado en la empresa que su padre y su tío fundaron. Y aunque las hijas de Manolo y Juan, Isabel María, y María, respectivamente, están desarrollando sus estudios y carreras profesionales en el ámbito del Derecho y la Comunicación Audiovisual, “las puertas del negocio familiar están siempre abiertas, por si desean innovar y emprender nuevos caminos en el sector”, apunta Manolo.

Esa visión de innovar y emprender es la que Manolo Conde continúa fomentando, porque cree que hay que pensar en positivo y que los retos deben fijarse, aun cuando parezcan imposibles. Entre sus objetivos a corto y medio plazo se encuentran el mejorar sus instalaciones y aumentar su producción para poder tener cada día más presencia en una potente región como es Andalucía y generando empleo, tan necesario en nuestra comarca. Eso sí, sin renunciar a esa calidad tan cuidada y exquisita que defiende y demuestra. Con una tienda online completamente operativa, también refiere que continuará destinando recursos para atender esta vía “tan asentada en estos tiempos que nos ha tocado vivir”, así como a sus redes sociales, unos canales que le generan mucha repercusión. Los perfiles sociales de El Tío de las Papas son entrañables y divertidos muros de curiosidades, donde sus genuinas mascotas de esponja realizan comentarios o emiten anuncios que comparten con sus seguidores. Es la magia que tienen redes sociales como Facebook o Instagram, “permitiéndonos estar muy cerca de todos nuestros clientes y amigos, quienes con frecuencia nos sorprenden con ilusionantes muestras de apoyo”. 

Una peculiar tapa malagueña

Atento desde las primeras reuniones que se establecieron en Sabor a Málaga, El Tío de las Papas entra a formar parte de esta marca promocional desde abril de 2016. Manolo nos indica que han participado en muchas ferias y promociones que le han proporcionado una gran visibilidad y estimable unión con muchos productores y hosteleros de la provincia, aunque matiza que últimamente sólo ha podido asistir a la Gran Feria que se celebra en el parque, sin atender a las comarcales, por falta de tiempo.

Las patatas fritas de El Tío de las Papas han tenido un lugar especial en nuestras mesas desde hace tiempo y su sabor y naturalidad han conquistado paladares de tan reconocidos chefs como Enrique Sánchez. En un municipio como Sierra de Yeguas, donde su magnífica gastronomía destaca por la defensa de sus productos autóctonos, existen dos recetas, como son la porra campera y el gazpacho, donde el acompañamiento con unas ricas patatas de las que fríen Manolo y Juan le dan ese “puntito” tan gustoso y diferente al plato. Tampoco un boquerón en vinagre puede resistirse a ser un bocado perfecto, que servido sobre una base de patata frita chip, confiere a esta típica tapa malagueña un crujiente y distintivo sabor. Manolo, quien nos transmite su jovial y emprendedor espíritu, asegura que degustar las patatas y aperitivos de El Tío de las Papas en compañía de la familia y los buenos amigos es uno de esos pequeños placeres que la vida nos debe permitir seguir disfrutando. Y aunque su mujer, Isabel María, se haya aficionado a los palitos de patata “porque saben a la patata frita casera”, él sigue decantándose por comer “simplemente papas fritas”. 

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