Agro-olivarera Riogordo, seis décadas de sabor, aroma y tradición
Agro-Olivarera Riogordo es una sociedad cooperativa ubicada en el término municipal de Riogordo, en la comarca de la Axarquía, y que desde hace cerca de seis décadas está dedicada a la molturación y envasado de Aceites de Oliva Virgen y Virgen Extra, siendo predominante la variedad de aceituna Verdial, seguida de la Hojiblanca y la Picual. Unos excelentes y exquisitos aceites de oliva virgen llenos de sutilezas y matices que actualmente se comercializan bajo dos distintivas marcas, Rioliva y Borbollón, y que encontramos tanto en grandes cadenas de hipermercados como en pequeños comercios de alimentación. Unos aceites de oliva de extraordinaria calidad que vienen a demostrar el buen hacer, esmero y dedicación de más de un millar de pequeños agricultores de la zona y quienes en 2004 se unieron para afrontar los retos de un gran mercado cada vez más exigente, dinamizando así la economía de nuestros pueblos malagueños.
San Jacinto y San Isidro
Es su gerente, Antonio Miguel Cañamero, quien nos cuenta los orígenes de esta sociedad agrícola. Señala que las primeras cooperativas que se establecieron en el pueblo, “allá por 1960”, eran casi todas de reducido tamaño, pero todas orientadas a ofrecer diversos servicios y dar salida comercial a los frutos que cosechaban los pequeños agricultores del pueblo y localidades cercanas. “Estos agricultores disponían de escasos recursos para abrir líneas de distribución por sí solos y generar una mayor demanda, así que permitían mejorar las condiciones económicas de éstos”. Dos de aquellas pequeñas cooperativas eran San Jacinto y San Isidro, fundadas en 1964 y 1968, respectivamente, y cuyos socios deciden unirse en 2004 constituyendo así Agro-olivarera Riogordo, cuyo principal objetivo era prosperar y hacer frente a una nueva era de un modo más competitivo.
Por aquel entonces, las tradicionales almazaras y molinos iban dejando paso a una maquinaria más moderna y a sistemas, métodos, técnicas y procesos de limpieza, molturación y envasado que permitían incrementar la calidad del producto y optimizar los resultados. “Adaptarse a ello suponía, sin lugar a dudas, plantearse una mejora de las instalaciones y nuestra nueva cooperativa, aunque fusionada, se mantenía aún en los dos inmuebles originarios, estando estos integrados en el núcleo urbano del pueblo, por lo que las posibilidades de expansión y mejora se encontraban muy restringidas”. Así que teniendo en cuenta los recursos de los cooperativistas, “ciertamente limitados”, se propuso preparar un proyecto de ampliación, acorde con las necesidades requeridas, y solicitar una subvención.
Una ventana al futuro
“La espera fue larga”, pero finalmente el proyecto se completó en 2008, cuando dicha subvención fue concedida, estableciéndose así los cimientos de la actual y competitiva Agro-olivarera Riogordo que se situó en un solar de 20.000 metros cuadrados a las afueras del pueblo, concretamente en el Paraje de Campillos, y en cuyas instalaciones, de unos 4.500 m2, se dispusieron tres líneas de limpieza y otras tres de procesado, suponiendo una inversión de 3,5 millones de euros. “Recuerdo que cuando culminamos este proyecto y los socios vinieron a visitar las instalaciones, todos quedaron ampliamente sorprendidos de los que habíamos logrado. Todos manifestaron un profundo agradecimiento por haber abierto una ventana al futuro y tener la posibilidad de poder prosperar. Fueron momentos realmente emotivos y claro ejemplo de que la unión hace la fuerza”.
El valor del cooperativista
Actualmente, al frente de esta cooperativa se encuentra José Luis López Vida, quien ostenta el cargo de presidente y está integrada por más de 1.200 socios. Entre todos ellos abarcan una superficie cultivable cercana a cuatro mil hectáreas y aunque el 75% de los cooperativistas son de Riogordo, también se integran en ella otros agricultores de pueblos colindantes, como Comares, Colmenar, El Borge, Alfarnatejo y otros municipios y terrenos de Málaga capital.
En Agro-olivarera Riogordo, trabajan unas once personas durante la campaña –de noviembre a febrero– y fuera de temporada unas seis o siete. Posee una producción media anual de dos millones de kilos de Aceite de Oliva Virgen y Virgen Extra, para lo cual se procesan en torno a nueve millones de kilos de aceitunas, “siendo un 70% de la variedad Verdial, un 20% Hojiblanca y tan solo un 10% Picual o ‘Marteña’ que es la más temprana, –nos aclara Miguel– pues su recolección comienza en esta zona sobre el mes de noviembre”. El 20% de la producción anual que genera esta cooperativa andaluza es vendida directamente a pequeños comercios de alimentación, negocios de hostelería e hipermercados, mientras que el 80% se vende a granel a través de una cooperativa de segundo grado.
Rioliva y Borbollón
Agro-olivarera Riogordo ofrece dos exclusivas marcas, Rioliva y Borbollón, manteniendo los sellos de identidad de los aceites que comercializaban las cooperativas originarias –San Jacinto y San Isidro, respectivamente–. La marca Rioliva la podemos encontrar en los lineales de grandes cadenas de alimentación, mientras que Borbollón se acerca al cliente que opta por hacer sus compras en pequeños comercios de cercanía, estando disponibles en ambos casos diversos tipos de envasado, desde botellas de cristal tipo frasca de 500 ml hasta botellas de PET de 1, 2 y 5 litros. Igualmente, también podemos adquirir sus exquisitos AOVES directamente en la almazara, en una pequeña tienda ubicada en las propias instalaciones de esta sociedad cooperativa, donde además se ofrece todo tipo de productos necesarios para el agricultor.
Cabe destacar que entre sus aceites apreciamos aquellos que se elaboran únicamente prensando aceituna Verdial, –“el denominado monovarietal”–, además de un coupage de Verdial (70%) y Hojiblanca (30%). En ambos casos, sus AOVEs se distinguen por poseer un agradable y suave sabor y frutado, manteniendo todas las características organolépticas de los mejores Aceites De Oliva Virgen Extra, “puro zumo de la aceituna que se convierte en una indiscutible fuente de salud”, añade Miguel.
Garantía de calidad
La calidad de los aceites que se extraen en la almazara de Agro-olivarera Riogordo viene refrendada tanto por la excelencia de la materia prima, propiciada en parte por el entorno, –un paisaje montañoso único donde predominan los olivos y los pastos, hospedado por el cálido y suave clima que auspicia a esta parte de la Axarquía–, junto a la esmerada labor de recolección de los agricultores, “quienes extreman el cuidado de sus frutos y realizan una primera selección de las aceitunas, clasificando las de vuelo y las de suelo”, hasta llegar a la cooperativa, donde se lleva a cabo una minuciosa inspección durante todo el proceso hasta su prensado diario. “Un valor añadido es que contamos con unas instalaciones muy modernas con tres líneas de limpieza y otras tres de procesado que nos permiten seleccionar y clasificar las aceitunas, propiciando que siempre llegue a la molturación el producto más noble y controlando que la temperatura de extracción sea siempre inferior a 27 grados”.
Buenas perspectivas
Hacer números para llegar a un precio justo es con frecuencia complicado. La facturación de la cooperativa, tal y como sostiene su gerente, varía cada campaña, “la oferta y la demanda reacciona a veces con lógica y previsiblemente y otras inesperadamente. Por ejemplo, en 1995 hubo una sequía muy grande y apenas hubo producción, por tanto, el aceite de oliva llegó a alcanzar un precio bastante alto, dentro de aquella coyuntura. Sin embargo, hoy día el precio es más fluctuante porque “nos encontramos inmersos en un mercado global, donde es preciso tener los recursos necesarios para equilibrar bien esta oferta y demanda para que los costes salgan, todo ello unido a condicionantes de volumen de producción y climatología, evidentemente”. Miguel señala que durante la temporada 2017/18, la facturación llegó a ser más del doble que en 2018/19 y 2019/20, “estando esta última muy condicionada por los acontecimientos derivados de la pandemia del Covid-19”. No obstante, defiende que para las próximas campañas existen perspectivas más halagüeñas.
De igual modo, Miguel indica que, con objeto de reportar mejores datos de facturación para los socios, se está trabajando en poner en marcha nuevas herramientas que les permitan conseguir sus objetivos, estando éstas focalizadas fundamentalmente en las nuevas tecnologías. “Tenemos previsto actualizar nuestra página web, poner en marcha una plataforma de venta online y abrir perfiles en las redes sociales, acercándonos aún más al consumidor final”.
Experiencias al aire libre
Por otra parte, Miguel nos comenta que las excursiones y visitas guiadas al molino, coordinadas con colegios y agencias de viajes, junto con los talleres y catas molineras, han sido durante muchos años una fuente de recursos extra que venían a complementar la oscilación de las cosechas. “Evidentemente, el coronavirus ha paralizado todo tipo de actividad durante este pasado 2020 y el presente 2021, pero albergamos la esperanza de retornar pronto a la normalidad, reactivando y animando nuestros medios rurales a través de experiencias al aire libre, lúdicas, recreativas e instructivas”, afirma Miguel.
Un distintivo de unión y apoyo
Adheridos a la marca promocional de la Diputación de Málaga, Sabor a Málaga, desde diciembre de 2015, Antonio Miguel Cañamero nos explica que han tenido la oportunidad de participar en diversas ferias comarcales organizadas por este sello agroalimentario, como la de Coín o Fuengirola. Asimismo, también han asistido a la Gran Feria Sabor a Málaga, “aunque estuvimos los primeros años, cuando se realizaba en la Plaza de Toros de la Malagueta, y después fue algo más complicado por cuestiones de organización interna. Sin embargo, esperamos volver a estar presentes en las próximas acciones que se planteen desde la marca Sabor a Málaga, un distintivo que ampara nuestro buen hacer, el sentimiento de unión que compartimos y de apoyo mutuo para difundir la calidad de los productos que se elaboran en nuestra provincia”.
Belleza natural, cultural, humana y gastronómica
Pueblo blanco de la Axarquía y a tan solo 40 minutos de la capital malagueña, Riogordo está enclavado en la depresión que forma el río de la Cueva y entre sus bellos parajes naturales, colmados de frondoso olivar, destacan diversos restos fenicios y lugares tan emblemáticos como el Cortijo de Auta, un importante emplazamiento de interés histórico situado a la orilla del mencionado río y que invita a practicar senderismo, convirtiéndose en una grata y refrescante experiencia.
Asimismo, si este itinerario lo completamos con un paseo por las empinadas calles del pueblo, de origen árabe, podremos observar las numerosas hornacinas situadas en lo alto de las casas y visitar la Iglesia de Ntra. Sra. de Gracia (s. XIV) y la ermita de San Sebastián, constatando la cultura y tradición que acunan los riogordeños.
Miguel asegura que se siente afortunado de vivir en una tierra dotada de grandes privilegios, tanto en su entorno natural y paisajístico como monumental y humano, siendo este último factor el determinante en la constante lucha por hacer de los entornos rurales unos medios ampliamente sostenibles, como demostraron al fundar Agro-olivarera Riogordo. Un empuje y emprendimiento que les ha permitido poner en valor sus soberbios aceites de oliva, capaces de realzar tanto los guisos y recetas tradicionales que alberga la cultura gastronómica de la zona como de los platos más sofisticados.
Perfecto equilibrio
Rioliva y Borbollón son sin duda alguna dos Virgen Extra que sobresalen con un perfecto equilibrio, aportando sabrosos y aromáticos matices a exquisitos manjares como el Ajoblanco, el Gazpacho de Habas o las Tortas de Aceite, “uno de los dulces más típicos del pueblo” –alega Miguel, quien nos confiesa que en cuestiones culinarias la sencillez es siempre un acierto. “Por ello, nuestros dos AOVEs se descubren brillantemente cuando acompañan a un buen trozo de pan o a nuestra autóctona ensalada malagueña con naranjas” –invitándonos a degustar un placentero desayuno molinero donde apreciar sus sutilezas.
Y es que en Agro-olivarera Riogordo miman su más preciado tesoro, puro oro líquido y fundamento de la cocina mediterránea, recordándonos que el consumo del producto local es garantía de calidad. Así que sin más “no dejen de probar Rioliva y Borbollón”, dos Aceites de Oliva Virgen Extra que se unieron para lograr la excelencia con la que siempre acertar al disponer una buena mesa.