Aceitunas Lima, su hacer artesanal resalta el sabor más auténtico de sus Aloreñas “partidas y aliñadas”
Aceitunas Lima es una pequeña empresa familiar dedicada a la elaboración y distribución de aceitunas y encurtidos desde hace más de tres décadas. Ubicada en el municipio de Alozaina, a 52 kilómetros al oeste de Málaga y entre la Serranía de Ronda y el Valle del Guadalhorce, perteneciendo a esta última comarca, encontramos a los hermanos Lima, quienes continúan con una tradición muy arraigada en la zona y que heredaron de su padre, D. José Lima Zambrano. Fue este inquieto y emprendedor hombre el encargado de trasmitir a sus hijos el buen hacer, la formalidad y el amor por esta humilde labor, brindando unas excepcionales aceitunas de mesa que se preparan de manera artesanal, siguiendo las recetas tradicionales, y con una amplia variedad de aliños para satisfacer el gusto de sus clientes. Unas aceitunas con una magnífica calidad y un sabor muy auténtico, donde la variedad Aloreña “partidas y aliñadas” y la Chupadedos, para la que utilizan la variedad Hojiblanca, son las estrellas de su variado surtido de productos.
Buscando nuevas oportunidades
Juana Lima Molina, administradora y segunda generación de Aceitunas Lima junto a sus hermanos Rafael y José Carlos, nos relata los comienzos del negocio familiar y de cómo su padre, pechero de nacimiento, decidió desde muy joven dejar atrás sus tierras y sus raíces para buscar nuevas oportunidades para ganarse la vida. Eran tiempos de gran crecimiento turístico y la hostelería estaba ávida de mano de obra. A D. José Lima siempre se le dio bien la cocina y por ello pronto encontró un empleo como cocinero en Marbella.
Con el paso del tiempo, D. José se dio cuenta de que los hoteles y restaurantes adquirían aceitunas de mesa por un valor muy superior al que las cooperativas y molinos pagaban a los agricultores sus cosechas en aquellos tiempos. Fue entonces cuando Don José, quien mantenía su finca con olivos en Alozaina, decide aliñar sus aceitunas Aloreñas y venderlas en garrafas de 2 kilos por los comercios y restaurantes cercanos. “Pronto se dio de alta como autónomo y durante muchos años compaginó los dos trabajos” -nos explica Juana. “Recuerdo que yo tenía seis años cuando mi padre empezó con este negocio, y entre él y mi madre, que también trabaja en un hotel de la Costa, se organizaban para recoger las aceitunas y aliñarlas. Luego mi padre salía con su cochecillo y su remolque al reparto y por aquel entonces podría llegar a vender unos 1.000 kilos de aceitunas anuales”. En cuanto Juana cumplió los 18 años se sacó el carné de conducir y “casi sin pensarlo” ya estaba en la carretera vendiendo por los pueblos y ayudando a su familia.
Labor sostenible
Hoy día, Aceitunas Lima produce entre 350.000 y 400.000 kilos de aceitunas de mesa al año y cuenta con tres furgonetas de reparto. Posee con una finca propia de 6 hectáreas donde predominan los olivos de la variedad Aloreña y Hojiblanca, pero su cosecha es insuficiente para abastecer a sus numerosos clientes, por lo que también adquieren aceitunas de los pequeños agricultores de la zona, generando un comercio sostenible que potencia la economía local. Juana nos comenta que comienzan la recolección de la Aloreña a mediados de agosto, “puesto que la Hojiblanca es más tardía”-matiza- y suelen terminar en el mes de noviembre”. En campaña llegan a trabajar hasta 15 personas y durante el resto del año se mantienen solo cuatro trabajadores, “nos quedamos al frente los tres hermanos y un muchacho que nos ayuda”.
Sus instalaciones, compuestas por tres naves de unos 300 m2 cada una, están ubicadas en distintos lugares del pueblo, “en una de las naves es donde están las cámaras, en otra envasamos y en otra es donde tenemos los tanques para cocer las aceitunas”. Juana nos cuenta que esta diseminación de los espacios de trabajo dificulta mucho el quehacer diario y actualmente tienen previsto trasladarse a un nuevo emplazamiento “situado a las afueras, en el campo”, donde todos los procesos de recepción, conservación, preparación y distribución esté mejor organizados y permitan incrementar su producción.
Cien por cien sabor de Málaga en tu mesa
Una producción que los hermanos Lima llevan a cabo de forma totalmente artesanal y aunque aseguran que los aliños son los tradicionales, los mismos que usaba su padre y la mayoría de sus paisanos, como son la salmuera, el ajo, el tomillo y el pimiento, lo que hace que sus aceitunas Aloreñas partidas posean ese sabor tan diferenciador y auténtico, es que la gran parte del proceso se realiza eminentemente a mano, y envasando y aliñando según pedido, para que el producto llegue “fresco y en su punto óptimo al cliente”. Y es que las aceitunas elaboradas por los hermanos Lima son cien por cien sabor de Málaga en tu mesa.
Aceitunas Lima ofrece un amplio catálogo de productos, desde la aceituna Aloreña, con el aliño tradicional, hasta la Chupadedos, las aceitunas en mojo picón, gordales y manzanilla deshuesada y con hueso, además de encurtidos como banderillas, pepinillos, quimbo, revuelto y altramuces, distribuyéndolos en garrafas con capacidad que van desde el medio kilo hasta los 7 kilos, fundamentalmente a comercios y mayoristas de la provincia de Málaga, aunque actualmente también llegan hasta Algeciras. Igualmente, en una de las naves disponen de un pequeño mostrador donde venden sus aceitunas a particulares, principalmente a visitantes y turistas. Juana asegura que el 90% de su negocio lo acapara la aceituna Aloreña partida y aliñada, pero cada vez tiene mayor aceptación entre sus clientes la Chupadedos, elaborada con la oliva Hojiblanca, la cual cuecen y condimentan con orégano y aceite.
Proyectando su ampliación
El negocio familiar de los hermanos Lima afronta nuevos tiempos, como los que nos están tocando vivir a causa de la pandemia del coronavirus, pero encaran el 2021 pensando en tomar impulso y prepararse para cuando por fin “volvamos a la normalidad”. Nos dice Juana que, aunque ahora apenas hay ventas, “las cuales han caído hasta un 30%, porque el sector de la hostelería está muy dañado”, esperan poder aprovechar esta coyuntura para reorganizarse y plantear su estrategia de negocio a corto y medio plazo, y es ahí donde entra su proyecto de ampliar su infraestructura, en la que poder albergar fermentadores de mayor cabida, pasando de los pequeños bidones de 150 kilos, de los que disponen ahora mismo, a otros con capacidad de 10.000 kilos”.
Adheridos a Sabor a Málaga desde diciembre de 2015, indican que han podido participar en algunas de las ferias organizadas por la marca agroalimentaria de la Diputación provincial, pero no en todas, por falta de tiempo o de personal suficiente para poder atender el puesto. “Somos una empresa pequeña y tenemos que destinar los escasos recursos humanos de los que disponemos a cumplir con los compromisos que esperan que le suministremos”, aunque desean poder estar en futuras ocasiones.
El valor de la palabra
Ese compromiso y el cumplir con la palabra dada, “aunque nos toque perder”, es una de las grandes enseñanzas que le inculcó su padre. Formalidad, seriedad y respecto le siguen muy de cerca, valores que D. José Lima y su esposa, Beni Molina, procuraron transmitir a sus hijos. Trabajando codo con codo y hombro con hombro, los hermanos Lima han logrado hacerse un hueco en el mercado y su cercanía y responsabilidad les hace ser un referente para muchas nuevas generaciones en su pueblo.
De excursión
Hace ya siete años que el colegio público de educación infantil y primaria de Alozaina, denominado Arquitecto Sánchez Sepúlveda, organiza anualmente una excursión a la pequeña “fábrica” de Aceitunas Lima, donde dos de los hijos de Juana (de 11 y 5 años) hacen en ocasiones de “maestros” de sus propios compañeros. Los pequeños aprenden y observan una tradición y un oficio, partiendo y aliñando las aceitunas que posteriormente envasan en “una garrafita y que se se llevan a casa como recuerdo” de tan ilustrativa experiencia.
¡A comer!
Innumerables son las propiedades que poseen las aceitunas. Entre sus componentes principales se encuentra la fibra, vitaminas del grupo B, retinol, ácido fólico, vitaminas, E y K, así como calcio, hierro, magnesio, fósforo, potasio y sodio. Además contienen compuestos bioactivos, destacando el ácido oléico, omega-3 y omega-6. Asimismo, disminuyen el colesterol malo y los niveles de triglicéridos; es un eficaz antihistamínico; posee efecto saciante, por lo que son ideales para incluirlas en la dieta; protegen la salud cardiovascular; mejoran la salud ósea, gracias a su contenido en calcio; se recomiendan para personas con anemia, pues son ricas en hierro, y reducen el riesgo a padecer diversos tipos de cáncer, debido a sus propiedades antioxidantes que actúan contra los radicales libres. Por ello, para Juana, desde un picadillo de tomates hasta un puchero o unas lentejas merecen ser acompañados de unas buenas aceitunas.
Sin embargo, son muchas las recetas que incorporan este delicioso manjar, dándoles en ocasiones un papel secundario, pero imprescindible para enriquecer cualquier plato. Y es que en la cocina de la provincia sobresale especialmente la Ensalada Malagueña, elaborada con patatas cocidas, cebolleta fresca, huevo duro, naranjas, bacalao -para lo más puristas- y atún para los más alternativos, y como culmen, un buen puñado de aceitunas Lima, un poco de sal y regado con un generoso chorro de Aceite Oliva Virgen Extra. Y es que las aceitunas de mesa Lima son un producto de la tierra, hecho con esmero. Unas aceitunas que conquistan nuestro paladar, como cuando nos llevamos a la boca una de sus inconfundibles Aloreñas, de textura firme y carnosa, equilibradamente aderezada con los condimentos más naturales, y embriagando y ennobleciendo hasta un modesto plato de campesinos.
Labrando un camino con valentía
Juana Lima es madre de tres hijos, la pequeña de tan solo 9 meses, quien articula una animada e incomprensible retahíla de gorjeos que acompañan las palabras de su madre, que la sostiene entre sus brazos mientras realiza esta entrevista. Mujer incansable y sin apenas tiempo, abarcando tareas y responsabilidades profesionales y familiares, “una tras otra”, nos revela la satisfacción que le reporta el trabajo que realizan. Ella y sus hermanos han seguido el sendero trazado por su padre, ese hombre que un buen día salió de su pueblo para buscar fortuna en grandes urbes y que tantas veces ha repetido “quién iba a decirme a mí que volvería a mi pueblo y terminaría asentándome aquí, en Alozaina”. Un hombre que, en tiempos difíciles, como los que ahora nos sobrecogen, demostró que el tesón, la valentía y las ganas por seguir adelante también es posible desde el mundo rural.